Si alguien me hubiera dicho hace unos años que la Cuaresma tendría un impacto real en mi vida, probablemente me habría reído.
Para mí, era simplemente la época del año en la que algunas personas dejaban de comer carne o prescindían del chocolate.
Pero todo cambió cuando, por curiosidad (o quizás por necesidad), decidí comprometerme de verdad con este periodo de reflexión y sacrificio.
¿Qué pasó después? Bueno, fue algo que no esperaba.
La Cuaresma es una cuestión de transformación
Lo primero que me di cuenta fue que la Cuaresma no se trata simplemente de renunciar a algo.
Se trata de transformación. Quería hacer las cosas de manera diferente, así que en lugar de simplemente elegir un sacrificio al azar, decidí que cada acción debía tener un propósito.
Elegí algo que realmente me desafiaría: alejarme de las redes sociales y dedicar más tiempo a estar verdaderamente presente.
Sí, no más desplazamientos sin sentido por tu feed, no más pérdidas de tiempo mirando las vidas de otras personas mientras la mía pasa desapercibida.
Estar verdaderamente presente
Los primeros días fueron un verdadero tormento.
Cogía automáticamente mi teléfono móvil, como si mi cerebro estuviese programado para hacerlo.
Me di cuenta de lo adicto que era a las notificaciones, las actualizaciones y la comparación de mi vida con la de los demás.
Fue incómodo, pero esa pausa forzada me hizo darme cuenta de algo importante: siempre estaba ocupada, pero nunca presente.
Con el tiempo, ocurrió algo increíble. Comencé a notar los pequeños momentos que antes pasaban desapercibidos.
Un desayuno relajado, una conversación cara a cara, una risa sincera con amigos.
Incluso mi relación con Dios se ha profundizado.
Por primera vez en años, realmente me tomé tiempo para orar, no sólo porque tenía que hacerlo, sino porque tenía ganas. Sentí paz.
El poder de la gratitud y el ayuno
Otra cosa que me enseñó la Cuaresma fue la importancia de la gratitud.
Vivimos en piloto automático, siempre queriendo más, pensando que necesitamos algo nuevo para ser felices.
Pero cuando te privas de ciertas cosas, empiezas a darte cuenta del valor de lo que ya tienes.
Yo, que pensaba que era imposible vivir sin el móvil siempre a mano, descubrí que la vida es mucho mejor cuando estamos realmente presentes.
¿Qué pasa con el ayuno? Bueno, esa fue otra parte desafiante.
Decidí eliminar los dulces, algo que para mí era casi imposible.
Al principio parecía un sacrificio tonto, pero pronto me di cuenta de que no se trataba solo de la comida.
Se trataba de autocontrol, de no ceder al impulso inmediato. Y esta disciplina que comencé a desarrollar se extendió a otras áreas de mi vida.
Aplicaciones para la Cuaresma
Si quieres vivir la Cuaresma más intensamente, existen aplicaciones que pueden ayudarte en tu camino de reflexión, oración y sacrificio.
Aquí hay algunas opciones:
- Santificar – Una de las mejores aplicaciones para la oración y la meditación guiada. Disponible para Androide Es iOS.
- Haga clic para orar – Aplicación oficial de la Red Mundial de Oración del Papa, ideal para quienes quieren incluir momentos de oración en su rutina. Disponible para Androide Es iOS.
- Laudate – Una de las aplicaciones católicas más completas, con lecturas diarias, oraciones y catequesis. Disponible para Androide Es iOS.
Un reto para ti
Cada día comprendí más que la Cuaresma no es sólo una cuestión de renuncia. Se trata de crecimiento.
Sobre aprender a ser mejor, a conectar más contigo mismo, con los demás y con Dios.
Pero al final me sentí más ligera, más en paz y más presente. Y esta transformación no terminó con la Pascua.
Llevé mucho de lo que aprendí a mi vida cotidiana.
Así que si nunca te has involucrado realmente con la Cuaresma, te desafío a que lo intentes.
Así que elige algo significativo para ti, algo que realmente te haga reflexionar y crecer.
Te sorprenderá el impacto que 40 días pueden tener en tu vida. Me sorprendí.

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