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Si hay algo que he aprendido viajando por Europa es que a veces los mejores lugares están en los pueblos pequeños.

¿Conoces esa sensación de encontrar un rincón escondido, sin aglomeraciones, donde todo parece sacado de una película?

Pues eso es exactamente lo que sentí en algunos pueblitos que fui descubriendo por el camino y que, en serio, ¡todo el mundo debería visitar al menos una vez en la vida!

Una de las primeras ciudades que me hizo suspirar fue Colmar, en Francia. Chica, ¡qué ciudad más bonita!

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Te sientes como si hubieras entrado en un cuento de hadas, con esas casitas coloridas, calles estrechas y canales que parecen una versión en miniatura de Venecia.

Pasé horas vagando sin rumbo, entrando en tiendas de artesanía y probando vinos locales.

El ambiente allí es puro romanticismo, incluso para quien viaja solo, como fue mi caso.

Sólo sé que salí de allí completamente enamorada y ya soñando con volver por Navidad, porque dicen que lo hace aún más mágico.

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Otro lugar que me tomó por sorpresa fue Hallstatt, en Austria, un pequeño pueblo con misterios cubiertos de nieve.

Cuando llegué allí y vi ese lago rodeado de montañas nevadas, estuve seguro de estar en una postal.

La ciudad es pequeñita, puedes explorar todo en un día, pero la energía del lugar es tan buena que quieres quedarte para siempre.

Subí al mirador de Salzbergbahn y casi lloré de emoción al ver la vista, una de las ciudades más encantadoras que he visto jamás.

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¡Y mira, ni siquiera soy uno de esos! ¿Pero conoces ese lugar que te hace sentir parte de algo más grande? Hallstatt es así.

Luego estuvo Annecy, en Francia, que fue amor a primera vista.

Me encantan las ciudades con agua, y Annecy tiene un lago tan azul que parece irreal.

Cogí una bicicleta y fui en bici a lo largo de la orilla, parando para tomar un helado y ver a los cisnes nadando.

Es ese tipo de ciudad donde no hay mucho que “hacer”, pero sí mucho que sentir, ¿sabes? Me dio una paz absurda.

Ahora bien, si te gustan las ciudades medievales que parecen sacadas de un libro de historia, tienes que visitar Český Krumlov, en la República Checa.

Había oído hablar de ello antes, pero no tenía idea de que fuera tan asombroso.

El castillo, las calles de piedra, el río que atraviesa la ciudad… ¡Todo parece un escenario de película!

Y también hay algunos cafés súper encantadores donde puedes sentarte, tomar un chocolate caliente y ver la vida pasar.

Fue uno de los lugares que más me sorprendió del viaje.

¡Ah, y tengo que mencionar Bibury, en Inglaterra! Si alguna vez alguien me pregunta cómo imagino que sería un pueblo británico típico, le mostraré una foto de Bibury, un pequeño pueblo verdaderamente típico.

Casas de piedra, jardines de flores y un delicioso silencio.

Me alojé en un bed & breakfast tan acogedor que parecía la casa de mi abuela.

Fue una experiencia completamente diferente del bullicio de Londres y me hizo amar a Inglaterra aún más.

Hablando de lugares sorprendentes, Albarracín, en España, fue otro que me dejó sin palabras.

Imagínate una ciudad medieval en medio de las montañas, con murallas gigantescas y casas color tierra. ¡Parece una escena de Juego de Tronos!

Pasé un día entero caminando por callejones, descubriendo miradores increíbles y preguntándome cómo este lugar aún no es súper famoso.

Y allí estaba Dinant, en Bélgica, que descubrí completamente por casualidad.

Estaba en Bruselas y decidí tomar un tren a algún lugar diferente. Al final me bajé en Dinant y fue la mejor decisión del viaje!

La ciudad está encajada entre un acantilado y un río, tiene una hermosa iglesia gótica y, para mi sorpresa, es la cuna del saxofón.

¡Sí, el instrumento! Así que, además del increíble paisaje, también había esculturas de saxofón repartidas por toda la ciudad. Lo encontré encantador.

Ahora bien, si buscas un destino que realmente esté fuera del radar, anótalo: Gjirokastër, en Albania.

Nunca había pensado en visitar Albania, pero un amigo me convenció y ¡me alegro de que insistiera! Gjirokastër es una pequeña ciudad de piedra, con un imponente castillo y una vista surrealista.

Y la comida… ¡Guau! Comí allí algunos de los mejores platos del viaje. ¿Y la mejor parte? Apenas vi turistas.

Hablando de vistas increíbles, no puedo dejar de lado Bled, en Eslovenia, una pequeña ciudad llena de encanto.

Ese lago turquesa con una pequeña isla en el medio y un castillo en la cima de la colina parece sacado de un sueño.

Tomé un barco tradicional para llegar a la isla y toqué la campana de la iglesia, porque dicen que trae buena suerte. Si funcionó o no, no lo sé, ¡pero la experiencia fue maravillosa!

Y, para colmo, Civita di Bagnoregio, en Italia.

Este lugar es tan surrealista que hasta el día de hoy todavía no puedo creer que estuve allí.

La ciudad está situada en lo alto de una colina y sólo se puede acceder a ella mediante un puente. ¡Parece una escena de una película medieval!

Me encantaron las calles empedradas, típicas de un pueblo pequeño, los acogedores restaurantes y el ambiente único. Hay sólo un triste detalle: debido a la erosión, la ciudad está desapareciendo lentamente.

Así que si quieres saberlo ¡será mejor que vayas ahora!

Entonces, ¿alguna vez has estado en alguno de estos pequeños pueblos? ¿O tienes alguna otra sugerencia para mí? ¡Me encanta descubrir estos rincones escondidos del mundo, así que envíame un consejo y lo agregaré a mi lista para mi próximo viaje!